En las consideraciones que seguirán, partimos de la idea fundamental de que todo oficio puede ser el soporte de una realización espiritual, y ello gracias a su simbolismo, que refleja, en el plano terrestre, una función universal determinada; en otras palabras, el arte o el oficio -que tradicionalmente no son sino uno- debe simbólicamente corresponder a una actividad divina y creada por uno mismo.
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